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Visita de Dina Boluarte al Vaticano

De Graciela Peralta

El reciente viaje de la presidenta de la República del Perú, Dina Boluarte, al Vaticano ha generado una ola de reacciones encontradas tanto en el ámbito nacional como internacional.

A pesar de que la visita tuvo como propósito asistir a la misa de entronización del papa León XIV y proponer la declaración de la ciudad de Eten como “ciudad eucarística”, la salida al extranjero de la mandataria se dio en medio de un escenario nacional marcado por cuestionamientos judiciales, crisis institucional y conflictos sociales que han debilitado su legitimidad interna.

La Santa Sede, reconocida como sujeto del Derecho Internacional Público, mantiene relaciones diplomáticas con más de 180 Estados, entre ellos el Perú., y como tal, los encuentros entre jefes de Estado y el pontífice tienen una connotación no sólo religiosa, sino también política, diplomática y protocolar. En ese contexto, la presencia de la presidenta Boluarte en la ceremonia puede leerse como un intento de fortalecer los lazos bilaterales y proyectar una imagen de cercanía con los valores promovidos por la Iglesia Católica, predominante en el país.

No obstante, la salida de la presidenta no estuvo exenta de controversia. Desde hace meses, Dina Boluarte ha enfrentado dificultades para obtener la autorización del Congreso para viajar al exterior, debido a que no cuenta con vicepresidentes que puedan asumir el despacho presidencial en su ausencia. Además, diversos sectores políticos han expresado su preocupación por la acumulación de investigaciones en su contra, en especial por el caso “Rolex” y presuntas irregularidades patrimoniales. Algunos parlamentarios incluso señalaron que su viaje al extranjero podría interpretarse como una estrategia para evadir cuestionamientos judiciales.

A nivel interno, el país enfrenta una crisis múltiple: baja aprobación ciudadana al Ejecutivo, conflictos sociales no resueltos en regiones como Apurímac y Puno, retrasos en la ejecución presupuestal, y un creciente descrédito del sistema político. Esta realidad, sumada a otras salidas del país de Boluarte en menos de un año, ha generado una fuerte crítica en la opinión pública sobre las prioridades del gobierno y el uso de recursos públicos para fines diplomáticos que no necesariamente derivan en beneficios tangibles e inmediatos.

A pesar de las críticas, el gobierno peruano ha insistido en que la visita se realizó conforme a los principios del Derecho Internacional, incluyendo el deber de los Estados de mantener relaciones amistosas. El canciller ha subrayado que se busca mantener el prestigio del Perú en foros globales, algo que se encuentra en armonía con el principio de soberanía y con la práctica diplomática moderna.

No obstante, queda abierta la discusión sobre si estos viajes oficiales contribuyen realmente a resolver los problemas estructurales que afectan al país o si simplemente constituyen actos formales sin impacto real. La transparencia en los objetivos, resultados y costos de este tipo de gestiones es una exigencia constante en un sistema republicano.

Por otro lado, el pedido de la presidenta de declarar a Eten como ciudad eucarística plantea una dimensión cultural interesante. Este tipo de solicitudes pueden canalizarse mediante la Convención de la UNESCO de 1972 sobre Patrimonio Cultural y Natural. Sin embargo, su formulación requiere primero una institucionalidad fuerte y un consenso social que hoy el Perú no parece tener. Varios líderes locales han criticado que se prioricen gestiones presuntamente simbólicas mientras que alegan la postergación de la atención de necesidades básicas en el norte del país.

Por otro lado, se debe tener en cuenta que, al tratarse de un Estado con reconocimiento internacional como observador permanente en la ONU, el Vaticano tiene una posición de influencia moral y política muy significativa, por lo que la visita de un jefe de Estado como el peruano puede tener repercusiones simbólicas, tanto a nivel nacional como en las relaciones multilaterales. Además, no debe olvidarse que la relación con la Santa Sede también está regida por acuerdos bilaterales, como el Concordato entre el Perú y la Santa Sede (1980), que reconoce ciertos privilegios a la Iglesia Católica en el país. Este vínculo adquiere una dimensión aún más relevante en el contexto actual, considerando que el Papa León XIV, el pontífice en funciones, posee la nacionalidad peruana.

Por lo tanto, la visita de Dina Boluarte al Vaticano es un caso ilustrativo de cómo el Derecho Internacional puede enmarcar y legitimar actos diplomáticos, pero también de cómo la percepción pública y los conflictos internos pueden tensionar y dificultar estas acciones. Además, es importante destacar que cualquier acto diplomático entre ambas partes otorga un peso simbólico y emocional particular, con posibles efectos en la proyección internacional del país y en el fortalecimiento del diálogo bilateral.


Referencias:
Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas. (1961). Naciones Unidas.

Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción. (2003). Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

UNESCO. (1972). Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural. París.

Infobae. (2025, 16 de mayo). El papa León XIV no confirma audiencia con Dina Boluarte: “Estamos en esos esfuerzos”, señala canciller. https://www.infobae.com/peru/2025/05/16/el-papa-leon-xiv-no-confirma-audiencia-con-dina-boluarte/

El Comercio. (2025, 17 de mayo). Las salidas de Dina Boluarte al exterior: ¿aumentan las críticas ante su falta de presencia en el país? https://elcomercio.pe

La República. (2025, 18 de mayo). Presidencia confirma que no habrá audiencia privada entre el papa y Dina Boluarte. https://larepublica.pe

Exitosa Noticias. (2025, 15 de mayo). Congreso autoriza viaje de Boluarte pese a cuestionamientos por investigaciones fiscales. https://exitosanoticias.pe

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